domingo, 19 de enero de 2014

EN LA ULTIMA NAVIDAD

LLEGUÉ (27-11-2013)-Un cuento de Navidad (Publicado en diario Puntal el 22-12-13)

También este año nos juntaremos todos en casa, como siempre, bajo el cedro del jardín, al que mis nietos, ya se han encargado de adornar y ponerle muchas luces.
Vendrán mis hermanos con sus esposas, sus hijos e hijas, sus yernos y nueras y por supuestos los nietos menores, porque los mayores, festejan a su manera, que no es precisamente en casa de la tía.
Voy y vengo del comedor al jardín, preparando todo para la “Noche Buena”, pasando por el porche, subiendo y bajando sus tres escalones, los mismos que hasta hace unos días, bajaba y subía, en un constante ir y venir, la abuela Lola.
Ya no está, de golpe, se fue, sin despedirse, sin anunciar nada, calladamente como siempre vivió, en silencio, tal vez, para no molestarnos. Ella callaba y miraba hacia arriba. Sentada en el sillón hamaca, él que está en el porche. Ella miraba, a las ramas más altas del cedro, al lucero tempranero, a la nube coloreada, o, a la…nada.
Cuando no miraba, escribía, en un viejo cuaderno de tapas de hule negro, que traía, desde sus recuerdos. La abuela escribía, desde hacía un corto tiempo, ella escribía.
No  pude saber que escribía, porque escondía sus escritos y si le preguntábamos por ellos, su respuesta era siempre la misma, lo leerán después…después de mi partida.
Y, se fue…Solo hace unos días, y el cuaderno no apareció. Busqué en su ropero, en su mesita de noche, en…no, allí no busque, por lo que… este pensamiento me llevo al porche. Debajo del gran almohadón floreado, del sillón hamaca. Allí, estaba el cuaderno de tapas de hule.
Deje todo lo que estaba haciendo y me senté en el sillón.
Con respeto y un poco de temor, abrí el cuaderno en su primera hoja. Me sorprendió la letra tan clara y precisa, escrita con trazos seguros y firmes, como una mano joven, que en realidad, tenía más de noventa años.
Iniciaba sus escritos con un título: “Llegué”, a partir de él, con redacción, muy clara, contaba, un tramo de su vida. No parecía haber ficción, tal vez, solo un poco de imaginación.
Claro y sorprendente, es, lo que a continuación,  leí.
Llegué:
Cuando tenía doce años, me sorprendía si alguien me decía “señorita”. Ya no era una “nena”, había crecido. Esto me llenaba de orgullo.
Años más tarde, me resulto satisfactorio, que me dijeran “señora”, estaba ascendiendo socialmente. Pero, el mayor orgullo, fue cuando me llamaron “mamá”. Ser una mamá, fue transcendental, en mi asenso, hacia la superación de mi misma.
Como el tiempo no se detiene, llegó el momento en que me llamaron “abuela”, lejos de sentirme “vieja” esto fue un orgullo “doble” con respecto al de ser mamá. Triple, cuando me llamaron “bisabuela”
Nena, señorita, señora, mamá, abuela, bisabuela… me pregunto ¿Y ahora…Qué? Como continua esto…tatarabuela…o. Ya no importan los “títulos”. Creo que no, no importan, aunque sí, me llaman “vieja”. Este sí que es un título, que, estoy tratando de llevar, con dignidad.
Llegué, soy una “Vieja”. Socialmente, eso soy, pero en realidad no lo soy, porque, solo mi cuerpo es viejo. Yo, no me siento vieja, sé que tengo muchos años, menos cabellos, pocos dientes, veo borroso, oigo mal. En fin, soy un trasto, rectifico, mi cuerpo es un trasto, yo no, si bien aún tengo mucho que ver con mi cuerpo, este, no soy yo, solo estoy en él, pero, pronto me iré. ¿Qué me voy a morir? No, yo no, mi cuerpo se va a morir, yo soy eterna, no me puedo morir. Así lo siento y les cuento por qué.
No soy mi cuerpo, tampoco soy mi mente. Esta, mi mente, es un torbellino de ideas y pensamientos, totalmente deshilvanados. Mi mente, es un verdadero desastre. Pero no lo es solamente ahora, siempre lo fue, es más, ahora está un poco mejor, cuando era joven, no la podía contener de ninguna manera. Ahora, algo logro, puedo al menos, ordenarla un poco.
 Quisiera tener un mouse, como el que tiene mi bisnieto en su computadora, y con el manejar mi mente. Veo que con ese aparatito, él ordena y clasifica sus archivos, los que tiene en la máquina. Yo quisiera hacer lo mismo, con los pensamientos, recuerdos e ideas, que tengo en mi cabeza, que son muchos y muy desordenados.
Si tuviera un mouse, abriría un archivo que dijera “recuerdos malos”, allí pondría todos esos miedos que me amargaron la vida, todas esas suposiciones que nunca fueron más que eso, suposiciones que no se hicieron realidad, pero me molestaron durante mucho tiempo. También pondría los enojos, sobre todo los infundados, y…los otros también, pues los enojos, solo sirvieron para hacerme enojar. Todas esas cosas malas, las pondría en un archivo y luego,  apretaría “supr” y los mandaría a la papelera de reciclaje, luego iría allí y volvería a apretar “supr”, tantas veces como fuese necesario para que todo ese “dolor” desaparezca.
Pero… ¡la abuela sabia computación! ¿Cómo, cuándo y donde aprendió? Lo peor es que, ya no puedo preguntárselo.
Estaba pensado esto, cuando entró mi nieto, el mayor. Le dije. ¿La abuela Lola, te preguntó alguna vez sobre computación? –sí, seguro, le interesaba mucho, yo le expliqué lo que pude y creo que hasta me entendió.
Ya lo creo que entendió y uno que pensaba que los viejos están descerebrados. Pues me alegro que no lo estén. Yo, ya me estoy acercando y tal vez pronto deba decir “llegué”.
Cuando mi nieto se fue, corrí a la cocina, apague el horno, no sea que se queme la comida y volví al cuaderno de hule negro. Nada, en ese momento podía importarme más que, lo que mi madre había escrito.
Como les decía (continuo escribiendo Lola) yo, no soy mi cuerpo, ni tampoco soy está loca mente llena de porquería. Soy algo mucho más puro y hermoso que este montón de huesos y esa mente sucia y gastada. ¿Cómo lo sé?
Creo que lo sé por vieja, antes, no me daba cuenta de nada. Ahora, la verdad se me muestra servida en bandeja.
Cuando puedo serenar mi mente y aquietar mi cuerpo, todo desaparece, no siento el cuerpo, se me van todos los dolores y mi mente, simplemente no piensa. Me quedo muy quieta, respirando solo lo necesario, y, siento que algo se desprende de mi cuerpo y, veo, lo que nunca antes pude ver. Mi verdadero YO, lo que en realidad soy. Lo que no muere nunca. Algunos le llaman alma, o espíritu. Yo le digo, simplemente LUZ.
Eso es, soy un fotón ¿qué de donde saco ese término? simple, veo documentales.
Pero, no soy un fotón cualquiera, soy un fotón que puede ver, oír y comunicarse telepáticamente. Además de desplazarse con movimientos increíblemente ágiles.
Yo no podía creer lo que leía, era magia, algo sobrenatural que afecto la mente de mi madre en los últimos días de su vida.
Como no tenía regalos para mis hermanos para esa noche. Fui hasta una fotocopiadora e hice varias copias de lo escrito por Lola para obsequiarlos. Esta noche, después del brindis, compartiremos con emoción, los escritos de nuestra madre.
El año pasado ella estaba allí, callada como siempre en su sillón hamaca. Ahora ya no está, pero solo físicamente porque nos  hablará, como nunca antes lo hizo.
                Flora Elena Antonetti

 

domingo, 12 de enero de 2014

Solo es una forma de ver lo que realmente nos molesta: LA MALDAD

Reflexión: Hace poco tuve un bloqueo intestinal. Fue espantoso, dolores y malestares terroríficos, no sabía qué hacer, tan mal me sentía que no podía ni moverme. Pero, no fui al médico. Me acosté con un litro de té de limón en la mesita y me hice masajes abdominales. Pasó. Me dormí y amanecí como nueva, el bloqueo había pasado. Si no pasaba, me moría y de una forma espantosa. No cuento esto por ser pesada, lo hago para dar un ejemplo. Toda obstrucción. Mata. Si no somos capaces de librarnos de ella, nos espera dolor y muerte.
Si se tapa una arteria, el resultado es un infarto o un ataque cerebral, si se tapa una corriente de agua, tenemos una inundación. Por eso hay que mantener limpia todo tipo de cañería o conexión. Lo mismo ocurre en el mundo espiritual. Cuando obstruimos el natural flujo de energía que nos une al creador, el resultado es la maldad, por lo que dolor y muerte nos espera (muerte espiritual).
Para mantener libre el intestino, no hay que comer nada indigesto, para mantener limpias las arterias, no hay que consumir muchas grasas. Para mantener la conexión espiritual, no hay que mentir. Ser honesto es la única forma. Jesús dice “YO SOY” lo que implica autenticidad. Ser tu mismo, es ser parte de Dios, pues nos ha creado a su imagen y semejanza. Al actuar con honestidad, nos libramos de grandes dolores como los que acarrea la envidia, los celos, el amor desmesurado a don dinero, la soberbia etc.

Me asombre cuando entendí que la maldad es solo un bloqueo mental, no es tan complicado como parece, es solo una cuestión de limpieza. Quise escribir esto para tenerlo a mano y leerlo cuando me sienta “bloqueada”. Flora

No hace dos minutos que puse esta reflexión en mi blog y ya hay cinco que lo han leído. A ustedes, les pregunto ¿opinan cómo yo?. Parece simple ¿NO?